Diego Costa y las cicatrices del Camp Nou: una multa perdonada y ninguna oferta para renovar

La Liga Santander - Atletico Madrid v Deportivo Alaves

El delantero acaba contrato dentro de un año y escuchará ofertas. Fue sancionado por el Atlético tras sus insultos a Gil Manzano. Ha marcado dos goles en cinco partidos durante el reinicio liguero.

Hasta hace no mucho, Diego Costa (Lagarto, 1988) tenía aún el miedo en el cuerpo. Y no por la amenaza del coronavirus, del que se burló inconscientemente en los pasillos de Anfield, simulando que tosía. Durante los días de confinamiento, gracias a la piscina y el gimnasio de su lujosa residencia, a su esmero por cuidar la alimentación y al plan del Profe Ortega, claro, esculpió su figura como hacía años que no se le recordaba. Su temor tenía que ver con el bolsillo, tras aquella noche en el Camp Nou donde se le peló un cable y acabó con un destierro de ocho partidos, después del fatal rugido a Gil Manzano: «¡Me cago en tu puta madre!».

Aquello desembocó en un expediente con sanción económica por parte del Atlético, que elevó un poco más la temperatura del volcánico delantero. Hasta tal punto que, tras conocer la decisión, se negó a saltar al césped de Majadahonda para entrenar. Alguien en el club le dejó caer que su castigo podía rondar el millón de euros y se asustó. Un año y pico después, la entidad le va a perdonar prácticamente la totalidad de la multa, aunque aún no se lo ha notificado oficialmente. Un soponcio económico menos, después del acuerdo oficial con Hacienda, al inicio de junio, para abonar 600.000 euros por delito fiscal. En su momento, Costa exigió al Atlético que pagara la multa. Finalmente, como gesto, el club le adelantó gran parte de su salario para que la abonara. En asuntos monetarios, siempre ha escuchado los consejos de su ex compañero Tiago, con el que guarda gran relación.

Justo dentro de un año, el contrato de Diego Costa tocará a su fin. Lo firmó en el ocaso del verano de 2017, tras semanas de rebeldía y pataletas contra el Chelsea desde Brasil, con un salario anual de 10 millones netos. Una cifra importante en ese momento que, sin embargo, fue ridiculizada por el esfuerzo sobrehumano del Atlético para retener a Antoine Griezmann. Esos más de 20 millones (no paró de preguntar hasta saber la cifra exacta que cobraba el francés) le enfadaron y obsesionaron tanto que llegó a reclamar un aumento en otoño de 2018. La respuesta desde las oficinas: «Más inquietud provoca su rendimiento».

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